
Su mantenimiento es sencillo, basta con pasarle una bayeta húmeda o una fregona con agua jabonosa templada. Las manchas más rebeldes se pueden eliminar con alcohol pero nunca hay que utilizar lejía o disolventes ya que se podría dañar el diseño. Tampoco se pueden dejar objetos muy calientes encima ya que podrían degradar y deformar el material de forma irreparable.
Por tanto, cuando nos planteemos instalar un suelo vinílico en nuestro hogar lo primero que debemos hacer es ver en qué habitación vamos a colocarlo y qué tipo de uso tendrá (moderado, habitual, intensivo), una vez tengamos definida la capa de uso que vamos a necesitar, entonces podremos elegir el diseño.
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